J.L. se levantó muy temprano, como cada mañana desde hace más de 3 décadas. Y es que, a pesar de llevar retirado unos años, era muy difícil renunciar a ciertos hábitos... También como cada mañana se enfundó su ropa deportiva, calzó sus zapatillas y salió a correr al Parque de Quevedo; una horita corta, tampoco hay que matarse, pero sin faltar un sólo día; como rezaba la vieja frase "Quien mueve las piernas mueve el corazón"... Todavía algún vecino se mofaba de su aspecto, ya que la ropa deportiva de fantasía contrastaba con su físico enjuto y desgarbado, pero no le importaba porque se había habituado a ella y se sentía realmente cómodo...