Ángel, ingeniero de 34 años, era el paradigma del hombre de éxito, con una carrera profesional plena en logros. Un puesto de trabajo envidiable, al mando de la división de nuevas prospecciones de una poderosa multinacional del sector energético: salario exorbitante, participación en beneficios, constantes viajes, cochazo de empresa...
Se casó hace 4 años con Marta: 32 años, muy bella, larga melena negra, enormes ojos color avellana, sensual... Marta era secretaria de dirección en una de las compañías editoriales más importantes del país.
Tras lograr la consolidación de sus carreras profesionales, consideraron que había llegado el momento de dar un paso más en su relación: Decidieron tener un hijo. Tras cierto tiempo y varios intentos entre viaje y viaje, Marta se quedó embarazada, ¡¡¡e iba a ser niño!!!